Si hablamos de relaciones conflictivas lo mejor es no tenerlas, ya sabes, más vale un mal arreglo que un buen pleito y sobre todo si es en los negocios.
Siempre hemos pensado que, si queremos tener buenos acuerdos, debemos destinar tiempo a conocer a nuestros socios comerciales para saber si son compatibles con nosotros.
Lo ideal es tener detectados una serie de comportamientos que calificamos como focos rojos y que nos advierten si alguien es incompatible.
¿Qué pasa cuando no tenemos tiempo de detectar a este tipo de clientes? en esos casos tenemos que diseñar nuestro discurso y nuestra oferta de negocio para que resulte atractivo a nuestro usuario ideal y no para el resto, algo así como un silbato que solamente los perros pueden oír.