Dicen que el hábito hace al monje o que para ser hay que parecer. A muchos nos gustaría que los libros no fueran juzgados por su portada, pero lo son.
Y no es solamente cosa de libros, el empaque es la última frontera entre tu producto y el usuario, puede sumar o restar en la experiencia de compra y es por eso que debe cuidarse.
Piensa en el diseño de empaque como piensas en tu propia apariencia, tu ropa tiene que destacar lo mejor de ti, ser coherente con tu personalidad e incluso ser adecuada para el lugar en el que te vas a desenvolver.
Como te ves determina en muchos casos, si alguien te acepta o te rechaza.
Ahora bien, siguiendo esta comparación, tú tienes la opción de utilizar otras herramientas para comunicarte con tu entorno, pero cuando tu producto está en el anaquel está solo.
Un buen empaque lo prepara para ganar.